domingo, 22 de enero de 2012

la DMAE

¿Qué es la DMAE?
La DMAE es una enfermedad degenerativa de la zona central de la retina, o mácula, que provoca un deterioro progresivo de las células y del epitelio pigmentario de la retina. Como consecuencia, se produce una pérdida de visión central.
Existen dos tipologías:
La DMAE seca. Afecta al 80% de los pacientes y se caracteriza por una evolución lenta y progresiva. Los depósitos que se acumulan en la zona van atrofiando la mácula y hacen que el paciente pierda lentamente visión en la zona central de su campo visual.
La DMAE húmeda. Se caracteriza por el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos de paredes muy delgadas, que acaban filtrando fluidos y sangre a la mácula. La pérdida de visión es rápida.
Nervio óptico de un paciente sano.
Degeneración macular húmeda.
¿Por qué se produce?
La DMAE es una enfermedad degenerativa que se origina por el envejecimiento de la zona central de la retina.
Los principales factores de riesgo son:
la edad
el tabaco
la predisposición genética
la hipertensión

¿Cómo se manifiesta?
Los enfermos de DMAE van perdiendo progresivamente la visión central, lo que origina dificultades para leer, escribir, conducir, coser o realizar otras tareas de precisión.
Al mirar a una persona, los afectados no reconocen la cara, pero pueden caminar sin tropezar y mantener una cierta autonomía.
La enfermedad suele empezar en un ojo, aunque acaba afectando a los dos. Por esta razón, el paciente no se da cuenta del problema visual a no ser que, de forma fortuita, se tape el ojo sano y empiece a ver las líneas distorsionadas con el ojo afectado.
Una prueba muy sencilla que puede hacerse una vez por semana a partir de los 50 años, es taparse primero un ojo y después el otro, y mirar líneas rectas: barandillas, el marco de una puerta, etc. Si se ven los elementos torcidos hay que acudir enseguida al oftalmólogo.
Visión normal.                              
Visión ojo afectado.
¿Cómo se puede prevenir?
La DMAE no se puede prevenir porque va unida al envejecimiento. Sin embargo, al observarse una mayor incidencia en fumadores y personas con antecedentes familiares, sí pueden tomarse algunas medidas.
Se recomienda llevar una dieta sana, no fumar y someterse a revisiones oculares periódicas a partir de los 50 años.
¿Cuál es su tratamiento?
La DMAE húmeda se intenta controlar con fármacos intravítreos antiangiogénicos, que tienen la función de frenar el crecimiento de los vasos sanguíneos.
Para la DMAE seca no existe aún un tratamiento eficaz, aunque la administración de complejos antioxidantes consigue ralentizar la enfermedad.
Actualmente se está trabajando en la elaboración de estudios genéticos de predisposición a sufrir DMAE. El objetivo es poder detectar, en un futuro cercano, las personas con mayor riesgo de padecer la enfermedad, y realizarles un seguimiento exhaustivo.

Revista IMO

jueves, 19 de enero de 2012

Revista IMO

Revista IMO
Quirófano del IMO


17 ene 2012
Testimonio de Fernando Baviera, paciente del Dr. Gris del IMO, al que se le practicó una complicada cirugía de córnea con éxito y ha recuperado un porcentaje significativo de visión


Técnicas, Testimonios
“Me habían visitado varios médicos pero ninguno de ellos se atrevía a operarme”, explica Fernando. “Prácticamente había perdido la visión y me costaba salir solo a la calle. Un amigo me aconsejó que me visitase en el IMO”


Fernando es un paciente que nos visita desde Valencia. Llevaba padeciendo un déficit visual desde la infancia y tras visitarse en varias clínicas oftalmológicas, decidió acudir al IMO. “Fernando perdió la visión de uno de sus ojos a raíz de una infección en las córneas. Su otro ojo, presentaba unas cicatrices muy importantes”, explica el Dr. Óscar Gris del Departamento de Córnea y Cirugía Refractiva del IMO.


Años más tarde, la córnea fue empeorando y Fernando empezó a notar los síntomas de una catarata que fue progresando, restándole visión. “Le hemos realizado un trasplante completo de la córnea para eliminar todas las cicatrices que tenía, liberando las zonas del iris que estaban totalmente adheridas a esta. Además, le hemos extraído la catarata, que estaba en un estado bastante avanzado, y hemos implantado una lente intraocular. Ha sido una cirugía complicada con un buen resultado, Fernando ha recuperado un porcentaje significativo de su visión”, añade el Dr. Gris.


Aunque la cirugía es muy reciente, el paciente ya ha notado un incremento de su visión que irá mejorando en los próximos meses, a medida que la córnea vaya ganando transparencia.

martes, 3 de enero de 2012

¿Qué es la tensión ocular?

La tensión ocular es el nombre coloquial de la presión intraocular, cuyas siglas son PIO. El ojo es un órgano aproximadamente esférico, pero no es sólido por dentro y las cubiertas no son demasiado rígidas, así que para conservar la forma esférica usa el mismo truco que el que usamos para darle forma a un balón o un globo. Llenamos el interior de un fluido que está a más presión de la atmosférica. Si el fluido del interior está a mayor presión que lo que hay en el exterior, la cubierta se estira y adopta la forma (aproximada) de esfera. El balón lo llenamos de aire, y debe estar a cierta presión para que mantenga bien la forma y no se deforme. En el ojo pasa algo parecido, sólo que dentro no hay aire.
Por tanto tenemos que el interior del ojo mantiene una presión por encima de la atmosférica. Recordando las clases de ciencias naturales de la escuela, la presión es igual a la fuerza entre la superficie, y en el sistema internacional se mide en Pascales (un Pascal es 1 Newton/m2). Sin embargo, son más populares otras medidas: centímetros de agua, bares (y su submúltiplo los milibares), atmósferas; y sobre todo, milímetros de mercurio (que se abrevia en mmHg). La presión atmosférica a nivel del mar suele estar a unos 760 milímetros de mercurio. Éste sería el valor absoluto, pero en medicina medimos las presiones con relación a la atmosférica. Cuando medimos la presión arterial y nos da por ejemplo 12/8, realmente son 120 mmHg de tensión sistólica (cuando llega el impulso de sangre del corazón) y 80 mmHg de tensión diastólica (cuando las arterias están más vacias de sangre). Es decir, 120 mmHg y 80 mmHg por encima de la presión atmosférica. Obsérvese que cuando abreviamos la tensión arterial, es muy común quitar el cero de la derecha, es como si dividiéramos entre diez el resultado.
¿Qué valores de tensión ocular son normales?
La presión dentro del ojo suele situarse en torno a 15 mmHg, pero existe mucha variabilidad, de forma que se acepta un rango de normalidad de 5 mmHg hacia arriba o abajo. Es decir, entre 10 y 20 mmHg se consideran tensiones normales. Una presión intraocular alta se considera a partir de 21 mmHg, y una presión baja por debajo de 6 mmHg. Es muy importante entender la variabilidad, que muchas veces los pacientes no lo viven así. Es habitual que se compare con la tensión arterial, aunque no son comparables. Una presión intraocular que suba de una vez a otra de 14 a 16 no tiene mucha importancia (siendo sinceros, ninguna), porque una diferencia de 2 mmHg estando en rangos de rigurosa normalidad, no es significativo. Un aumento de tensión arterial sistólica (“la alta”) de 14 a 16 sí es significativo porque hay un cambio de 20 mmHg.
Por otra parte, y esto es muy importante, la presión intraocular no es un dato constante e invariable. Fluctúa a lo largo del día, y cambia por motivos tan aparentemente banales como aguantar la respiración o hacer fuerza con el párpado en el momento que le miden la presión intraocular. Por otra parte, la medición de la presión no es exacta, y con el mejor sistema de medición, entre un oftalmólogo y otro la diferencia de medidas puede llegar a ser de 2 mmHg. Por lo tanto, es importante tener varias medidas de presión intraocular a lo largo del tiemo para hacernos una mejor idea.
¿Cómo mantenemos la tensión ocular?
Bien, dejemos los números y volvamos al ojo. Hemos dicho que un balón lo llenamos de aire para conseguir la presión deseada en el interior. Pero ¿de qué se llena el ojo?. Ciertamente no es de aire.
La parte “noble” del ojo son las cubiertas, la cavidad interior como tal no tiene realmente un papel activo en la formación de la imagen. Por tanto, lo que rellena el ojo tiene dos funciones básicas: a) ser transparente para dejar pasar la luz a su través, y b) mantener la presión intraocular. Los dos elementos que llenan el interior del ojo son el humor acuoso y el humor vítreo. El humor vítreo, cuerpo vítreo, o simplemente vítreo, apenas puede denominarse fluido. Constituye la mayor parte del volumen interno del ojo, y es básicamente una malla tridimensional de proteínas y azúcares, con escasas células, y que tienen “atrapado” un buen volumen de agua. No hay vasos sanquíneos activos ni nervios. O sea, que es principalmente un tejido bastante homogéneo que hace de sostén, y que es (en su mayor parte) transparente. Apenas sufre recambio, a efectos prácticos se considera estable, no se forma ni se elimina. Debido a que el vítreo tiene una dinámica prácticamente nula, a efectos de mantener la presión del ojo no tiene casi importancia (excepto en un tratamiento concreto para el glaucoma, que ahora no viene al caso). Por lo tanto, el responsable de la presión intraocular es necesariamente el otro elemento, el humor acuoso. El humor acuoso ocupa sólo la parte anterior del ojo, desde la córnea hasta el cristalino. En volumen tiene menor importancia que el vítreo. Como su propio nombre indica, el humor acuoso es básicamente agua; se forma filtrando la sangre de las células, por lo que es en su gran mayoría agua, y disueltos en ella están varios elementos alimenticios, proteínas pequeñas, oxígeno, dióxido de carbono, etc. Este fluido no se encuentra estanco, sino que se va recambiando continuamente. Se genera en una parte del ojo, circula por entre las estructuras, y se absorbe por otro lado. Este constante movimiento permite que el acuoso esté siempre rico en oxígeno y nutrientes, por lo que cubre las necesidades de los tejidos que no tienen aporte sanguíneo, que son el cristalno y la parte interior de la córnea. La producción de humor acuoso está equilibrada, de forma que la misma cantidad que se va formando, se va extrayendo. De este equilibrio depende la presión intraocular. No conocemos los todos los detalles de este equilibrio, pero en la mayoría de los casos es muy eficaz. Debido a que la densidad del humor acuoso es prácticamente igual a la del agua, la presión dentro del acuoso se transmite al vítreo y a la parte posterior del ojo. Por eso, aunque el acuoso representa en volumen una minoría, condiciona la presión intraocular global.

Derrumbando mitos sobre la miopía

Todos hemos oído hablar de ella, pero no todo lo que se dice sobre la miopía es cierto. Repasemos algunas afirmaciones frecuentes que podemos escuchar.
- La miopía se produce al forzar los ojos, trabajar con el ordenador, leer con malas posturas o mala iluminación, etc. Falso, o por lo menos no hay suficientes evidencias para afirmarlo (aquí hablamos de eso). Sabemos con seguridad que hay una base genética, pero no podemos afirmar mucho de los factores ambientales.
- La miopía cura/retrasa la vista cansada. Falso. Un miope sufre de presbicia (vista cansada) cuando llega la edad, y si lleva su graduación de miopía correcta no podrá leer con gafas. Lo que pasa es que el miope ve mejor de cerca al quitarse las gafas, un recurso del que no dispone una persona sin miopía. Aquí expliqué cómo se adapta el ojo a la vista cansada según su defecto de graduación.
- Los miopes ven mejor de cerca. Verdadero. Cuando un miope mira un objeto cercano sin las gafas puestas, lo ve más grande que otra persona normal. Esta “amplificación de la imagen” es proporcional a la cantidad de miopía, de forma que con poca graduación este efecto es apenas perceptible.
- Hay que llevar menos graduación para no forzar la vista. Falso. Es un error muy frecuente, incluso entre profesionales de la visión. Hipocorregir las gafas (poner menos dioptrías de las que tiene el paciente) es una práctica relativamente habitual, pero no tiene ningún fundamento empírico. Aconsejar no ponerse las gafas para leer tampoco tiene base y es más de lo mismo: no supone ningún beneficio para los ojos. Lo único que hacemos con esto es que el músculo que enfoca de cerca trabaje menos. Pero la miopía (ojo, sólo hablo de la miopía, no de otros problemas parecidos como el espasmo de acomodación) no supone un problema en ese músculo, por lo que no lo tenemos que “obligar” a no trabajar. Sería como obligar una persona a ir en silla de ruedas cuando sus piernas funcionan bien. Si admitimos que el miope se beneficia de llevar menos graduación, tenemos que admitir que una persona joven sin defectos de graduación se beneficia de llevar gafas de cerca “para que no trabaje la acomodación”, siendo ésta totalmente competente y sana. En el artículo que enlazaba antes hablo más detenidamente del mecanismo de enfoque de cerca (acomodación)
- Las lentillas frenan la miopía. Falso. La progresión de la miopía es independiente de que pongamos lentillas o no. Otra cosa es que comencemos a utilizar las lentillas cuando se frena la progresión de la miopía, y al coincidir en el tiempo queramos relacionarlo. Si hubiéramos seguido utilizando gafas, la miopía se hubiera parado igual. Por otra parte, hace poco se puso de moda las lentillas de uso nocturno que permitían estar sin gafas por el día (ortoqueratología). De eficacia y precisión discutibles, y con un perfil de seguridad muy controvertido, lo que seguro que no hace es frenar la progresión de la miopía. Simplemente deforma la córnea por la noche para que durante unas horas la graduación se reduzca. Existe un sufrimiento de células corneales, y un riesgo de complicaciones considerablemente mayor que las lentillas convencionales, personalmente creo que las indicaciones son muy reducidas.

¿Qué es el desprendimiento de retina?

El desprendimiento de retina es una enfermedad ocular que se produce por la separación espontánea de la retina neurosensorial (capa interna de la retina) del epitelio pigmentario (capa externa).
Al producirse esta separación, se acumula líquido en el espacio que se forma entre ambas capas, y la retina desprendida no puede funcionar ni nutrirse de forma adecuada.
Si no se trata, el desprendimiento de retina acaba provocando la pérdida funcional total del ojo (ceguera).
Esquema de un ojo con desprendimiento de retina.
¿Por qué se produce?
El desprendimiento de retina suele aparecer como complicación de una o varias roturas, debido a una tracción del gel vítreo que rellena el globo ocular, sobre una zona frágil de la retina.
También puede producirse por otras causas:
Tumores.
Inflamaciones graves.
Agujero macular miópico en pacientes que padecen alta miopía.
Complicaciones de cirugías oculares previas.
Traumatismos oculares.
Retinopatía diabética.
Si has sufrido un desprendimiento de retina con anterioridad o tienes antecedentes familiares, es posible que vuelvas a padecer la enfermedad. Por ello, es conveniente que realices revisiones periódicas con tu oftalmólogo.
Visión de un ojo sano.
Visión con síntomas de desprendimiento de retina.
 
¿Cómo se manifiesta?
Al no causar dolor y, en muchos casos, no ir acompañado al inicio de pérdida de visión, es importante estar alerta ante los síntomas aunque éstos sean aparentemente inofensivos.
Estos síntomas, que suelen aparecer sucesivamente, son:
Visión de moscas volantes (puntos negros que se mueven al mover el ojo). Son causadas por las modificaciones del vítreo.
Visión de destellos luminosos. Es un síntoma de mayor importancia, que refleja la existencia de tracciones sobre la retina. Suele aparecer cuando ya se ha producido la rotura.
Visión de una cortina negra que cae por alguna zona del campo visual. Se produce cuando ya existe un desprendimiento de retina, por lo que la consulta con un oftalmólogo debe ser inmediata.
Distorsión en las imágenes y posterior disminución importante de la agudeza visual. Este síntoma aparece si se daña la zona central de la retina (mácula).
¿Cuál es su tratamiento?
Existen diferentes técnicas quirúrgicas, en función del grado y de la fase de desprendimiento:
Fotocoagulación con láser. Mediante el láser, se causan quemaduras controladas alrededor de la zona desprendida. Estas quemaduras acaban por cicatrizar y sellan la rotura retiniana, evitando que el humor vítreo se infiltre entre ambas capas.
Crioterapia. Se congela el tejido situado alrededor de la rotura retiniana, provocando una cicatrización que actúa de forma protectora por un mecanismo similar al de la fotocoagulación con láser.
Retinopexia neumática. En el interior del ojo se introduce una burbuja de gas, que realiza una presión de taponamiento sobre la rotura retiniana facilitando que se reabsorba el líquido. Ha de combinarse con crioterapia o láser para sellar la rotura, ya que el efecto del gas desaparece en algunos días.
Vitrectomía. Consiste en la extracción del humor vítreo del interior del ojo. Posteriormente se aplica la retina utilizando líquidos pesados y realizando láser desde el interior del ojo.
Cirugía escleral. Se coloca una banda de silicona sólida alrededor de la capa más externa de la pared del ojo (la esclera) para mantener una presión externa sobre el globo ocular, que facilite el cierre de la rotura.
Drenaje del líquido. En ocasiones puede ser necesario realizar un drenaje del fluido subretiniano a través de la esclera, como complemento de otra cirugía retiniana. Se suele realizar al final de la operación, introduciendo gas o aire en el ojo para mantener la retina en su sitio.

Los primeros y decisivos años de la visión

Los expertos aseguran que las revisiones oculares en los niños deben hacerse antes de los seis meses de edad para descartar anomalías congénitas (catarata, glaucoma, malformación, tumor, etc.), antes de los 4 años para descartar estrabismo y/o ambliopía y siempre que se sospeche de una anomalía ocular en el niño. Además, es aconsejable llevar a los niños anualmente al oftalmólogo hasta los 8 o 10 años, cuando el sistema visual ya está desarrollado.
Bajo el nombre “Los primeros y decisivos años de la visión”el IMO propone una charla que pretende informar a los padres y las madres de la prevención ocular en la edad infantil para que aprendan y conozcan como prevenir y actuar en consecuencia con sus hijos, ya desde una edad temprana.
Esta iniciativa se inscribe dentro de un programa de prevención ocular en edad infantil, que incluye sesiones de formación entre personal de enfermería de diferentes Centros de Atención Primaria de Catalunya y charlas dirigidas a padres. Las revisiones oftalmológicas en la infancia son fundamentales para la prevención o diagnóstico y tratamiento precoz de patologías oculares que deben tratarse en los primeros años de vida, cuando se desarrolla la capacidad visual del individuo. En muchos casos, si no se tratan problemas oculares en edad infantil, es difícil o imposible recuperar la visión perdida en edad adulta.